15 abril 2013








































Tus labios son más que un descanso
y las horas no pasan,
desaparecen.

Dentro de tu piel
hierve el deseo.

El vapor hirviente
se vuelve agua en mi cuerpo,
y la humedad incipiente
viene a jugar tras el cerco.

El éter que me eleva
es tu propia mirada
y tu propio silencio.

El ancla que me mantiene
es tu propia boca
y tus propias palabras.

Tus manos son más que una promesa
y las horas no desaparecen,
ya no existen.

Detrás de tus puertas,
un inmenso jardín
que alberga soles modestos
y lunas muertas.

Las hojas que caen sobre tu anochecido pelo
incendian tu rostro,
ensombreciendo hasta el cielo
que se ha enamorado de tu entorno.

Y tu cuerpo 
es más que la realidad;
con las horas inexistentes
y tus ojos ennegreciendo el final.-